Mi nombre es Marco Fidel Ramírez y nací en Bogotá cinco décadas atrás, en un barrio pobre de la ciudad. Soy hijo de una valiente campesina, cabeza de familia y de un padre nada responsable que me abandonó tempranamente. Conocí a Jesús como mi Salvador personal a los 12 años en la Iglesia Cruzada Cristiana y esto cambió mi vida de manera radical.



Encontré en Jesucristo la esperanza, el gozo y la fuerza necesaria para luchar por mis sueños y para alcanzarlos con la ayuda de mi madre y de los ángeles que Dios colocó para ayudarme en el empinado camino académico, profesional y ministerial que he recorrido hasta hoy.



Los últimos 34 años de mi vida he predicado en Colombia y en 25 países más, con fuego en el alma que -Vale la pena servir al Señor-. En mi diario caminar he contado con la ayuda idónea de mi esposa desde hace tres décadas y de mis hijos con quienes tenemos la  apasionante tarea de pastorear nuestra iglesia.



Soy periodista de la Sabana, politólogo de la Javeriana, egresado del Instituto Haggai de Singapur, especialista en Derechos Humanos de la UNAB, diplomado en Gerencia Estratégica de la Universidad Sergio Arboleda, en Alta Gerencia Política y Gobernabilidad de la George Washington University y la Universidad del Rosario. Inicié con la radio en Nuevo Continente y con el periodismo en el Periódico Desafío. He escrito varios libros, entre ellos Sexo, Noviazgo y Santidad que hoy leen miles de jóvenes latinoamericanos.



Fui por la gracia de Dios y el mandato constitucional, el primer jefe de Libertad Religiosa y de Cultos en Colombia, allí reconocí 350 Personerías Jurídicas Especiales a las Iglesias del país. He sido catedrático por más de tres lustros, asesor en el Senado, la Cámara de Representantes y el Concejo de Bogotá; también he desempeñado con éxito y buen testimonio, recientemente el cargo de Personero de Bogotá en la localidad de Bosa con el generoso respaldo de Pacto-Nación.



Creo que los cristianos necesitamos en el Concejo de Bogotá una digna representación con hombres y mujeres, valientes, capaces y ejemplares, alejados de la politiquería, la mediocridad y la corrupción tradicional que nos agobia. Valientes porque Quien calla cuando debe protestar, se convierte en un cobarde. Capaces para desempeñarse correctamente en la cosa pública y en el control político y para eso se requiere una excelente formación académica, unida a una gran experiencia profesional; y ejemplares en su testimonio familiar y ministerial, porque sin este requisito, es imposible brillar en medio de tanta oscuridad.